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Mostrando entradas de septiembre, 2025

Donde queda el AMOR?

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Donde parece que todo se rompe, donde los lazos duelen más que lo que sostienen, donde el amor se confunde con consumo, donde la soledad es ruido y no silencio fértil… ¿Dónde queda el amor? Queda en los gestos pequeños que aún resisten. En una escucha sin prisa. En un mensaje sincero. En el cuerpo que no huye. En la palabra que no exige nada a cambio. En el abrazo que no se posterga. El amor queda en el margen, como siempre. Porque nunca fue del todo parte del sistema. No se puede producir en serie, no se puede medir, ni garantizar. Y por eso, estorba al mundo de la eficiencia. El amor verdadero no es inmediato ni rentable. No es un mandato, ni una performance. No es filtro, ni algoritmo. Es apuesta. Es demora. Es presencia. En épocas de rupturas, el amor se vuelve más sutil y más valiente. Se esconde donde nadie mira: en quien acompaña sin invadir, en quien no huye del dolor del otro, en quien se deja afectar. No es que el amor haya desaparecido. Es que ahora hay que apren...

El velo

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La falta no es un accidente, ni un defecto que debiera ser reparado. Es una marca estructural: aquello imposible de colmar y, justamente por eso, el motor del deseo. Allí donde algo falta, algo se pone en marcha. El sujeto se constituye en relación a ese vacío, y su vida se organiza alrededor de lo que nunca se completa del todo. Pero si la falta se impusiera de manera cruda, sería insoportable. Por eso interviene el velo. El velo funciona como pantalla: cubre, suaviza, ofrece imágenes, objetos o fantasías que nos permiten sostenernos frente a lo imposible. No se trata de un ocultamiento total: lo velado se deja entrever, aparece en los bordes, en las grietas. El velo no elimina la falta, sino que la hace habitable. En esa tensión entre falta y velo, se despliega el tiempo lógico. No es el tiempo del reloj, sino el tiempo subjetivo de los movimientos del pensamiento y la decisión. Primero, un instante de ver: una primera iluminación, una percepción que irrumpe. Luego, un ti...

¿Qué pasa cuando se desdibujan las referencias simbólicas?

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Cuando las referencias simbólicas se caen o se debilitan, no desaparecen sin más: dejan un vacío. Y ese vacío suele llenarse de formas distintas, a veces caóticas, otras veces violentas, muchas veces ansiosas. Porque el ser humano necesita puntos de orientación. No puede vivir flotando en la nada. Lo que antes organizaba el deseo, el esfuerzo, la espera o la autoridad, hoy muchas veces es reemplazado por lo inmediato, lo efímero, lo que “siento ahora”. Pero sin un marco simbólico, se vuelve difícil poner límites, sostener un proyecto, tolerar la frustración o incluso saber qué se quiere. Las referencias simbólicas funcionaban como faros. Sin faros, la subjetividad navega a oscuras. La caída de estas referencias no afecta solo a los adultos. También impacta en la infancia y en la adolescencia. Si no hay diferencias claras entre generaciones, si el adulto ya no se posiciona como tal, si todo se relativiza, entonces los chicos crecen sin brújula. Y sin brújula, hay más angusti...