Juzgando...?
Vos que te encontrás juzgando sin darte cuenta
Vos, que mirás al otro desde esa seguridad que da creer que hacés las cosas bien.
Que pensás —aunque no lo digas— que hay decisiones que jamás tomarías.
Que te encontrás diciendo frases como “yo no entiendo cómo alguien puede…” o “eso no se justifica”.
Y capaz es cierto, capaz vos no lo harías.
Pero… ¿desde dónde lo decís?
Porque hay un mandato dando vueltas hoy. Un mandato silencioso, disfrazado de conciencia, de justicia, de valores:
el mandato de tener razón.
De ser coherente, correcto, impecable.
Y con eso, sin darte cuenta, te puede pasar que mirás al otro más para juzgarlo que para comprenderlo.
Como si lo diferente fuera peligroso. Como si el error ajeno fuera una amenaza personal.
Como si tu forma de ver la vida fuera la única válida.
Pero pará un poco.
¿Nunca actuaste desde el cansancio? ¿Nunca elegiste desde la desesperación o el miedo?
¿Nunca te confundiste creyendo que hacías lo mejor?
¿Nunca te dolió que te juzgaran sin conocer tu historia?
Entonces… ¿por qué vos sí podés hacerlo?
La lógica que nos habita hoy muchas veces no es la de la verdad, sino la del juicio rápido.
Nos enseñaron que si señalamos al otro, nos alejamos de eso que no queremos ser.
Pero, ¿y si lo que más nos molesta del otro tiene algo que ver con nosotros?
¿Hasta qué punto necesitás que el otro esté equivocado para sostenerte vos?
¿Qué te pasa cuando alguien se sale de lo que vos harías?
¿Podés mirar sin medir?
¿Podés escuchar sin armar una sentencia?
¿Podés preguntarte qué herida, qué historia, qué dolor hay detrás de ese acto que tanto te cuesta aceptar?
Y sobre todo…
¿Quién sos cuando nadie te ve?
¿Quién sos cuando te equivocás?
Lic. Constanza Depetris
Comentarios
Publicar un comentario