Soledad: en los tiempos del TODO o NADA

Nunca estuvimos tan conectados.
Y sin embargo…
nunca nos sentimos tan solos.

Vivimos rodeados de imágenes, voces, mensajes.
La pantalla siempre encendida, el chat siempre disponible.
Pero… ¿cuánto de eso toca de verdad?
¿Cuánto se queda en la superficie?

Hoy la soledad no es solo estar sin alguien.
Es no saber con quién hablar de lo que realmente importa.
Es decir “estoy bien” cuando por dentro te estás apagando.
Es estar en mil cosas
y no sentirte en ninguna.

Nos enseñaron que hay que estar ocupados.
Que hay que producir, rendir, lograr.
Que hay que mostrarse fuertes.
Y así, entre tanto “hacer”, se nos va la posibilidad de “ser”.

¿En qué momento dejamos de preguntarnos cómo estamos?
¿En qué momento el silencio empezó a dar miedo?
¿Por qué sentimos culpa cuando nos detenemos?

La soledad se volvió incómoda porque ya no sabemos habitarla.
Y sin embargo, en ella aparece algo importante.
Algo que no dice el algoritmo,
que no se mide en resultados,
ni se soluciona con un like.

A veces es un deseo que no escuchamos hace mucho.
O una tristeza que necesita ser nombrada.
O una pregunta que se nos quedó adentro.

¿Y si en vez de taparla, empezamos a escucharla?
¿Y si dejamos de correr todo el tiempo,
y nos damos el permiso de sentir?
¿Y si en la soledad no hubiera solo vacío,
sino también posibilidad?

En un mundo que grita,
quizá lo más urgente
sea aprender a escuchar ese silencio que insiste.
Lic. Constanza Depetris 

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