Y vos?
No sé bien cómo llegaste hasta acá.
Tal vez por curiosidad.
Tal vez por cansancio.
O porque algo en vos hace tiempo que viene pidiendo una pausa.
Y si te digo la verdad,
yo también estuve ahí.
En esa especie de ruido interno que nadie más parece oír.
En esa soledad que no se cuenta porque da vergüenza admitirla.
Como si doler estuviera mal.
Pero… ¿vos también te diste cuenta?
Que algo cambió.
Que las relaciones ya no se sienten como antes.
Que el amor se volvió un campo minado
donde uno no sabe si va a ser querido o usado.
Donde dar se confunde con perder
y querer parece dejarte más solo todavía.
¿No te cansaste de eso?
De dar más de lo que recibís.
De aguantar lo que no deberías.
De creer que si hablás de lo que te duele, vas a molestar.
De pensar que merecés menos porque así te trataron.
Hay formas de violencia que no dejan marcas en la piel,
pero te van apagando de a poco.
Te convencen de que lo normal es que no te escuchen,
que lo lógico es que siempre seas vos quien se adapta,
que amar es soportar.
Y no.
Eso no es amor.
Eso es miedo.
¿Y la soledad?
Ah, la soledad…
No es el problema.
El problema es cuando te hacen creer que el amor va a salvarte de ella,
y lo que encontrás es más vacío todavía.
Más exigencia. Más silencios. Más desconexión.
Pero escuchame bien:
vos no viniste a este mundo a mendigar afecto.
Viniste a vivir, a sentir, a decir tu verdad.
A ser mirada sin tener que esforzarte.
A amar sin que eso duela.
Así que si sentís que algo no encaja,
no estás loca.
Estás despertando.
Y ese es el primer acto de amor propio.
No sé si este texto va a cambiarte la vida,
pero ojalá te haga una cosa:
que te animes a elegirte.
A hablar.
A correrte de lo que lastima.
A quedarte sola, si eso es lo que hace falta,
pero nunca más en silencio.
Porque a veces, el verdadero amor,
empieza cuando dejás de traicionarte.
Lic. Constanza Depetris
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