CUANDO EL IMPREVISTO SE VUELVE COSTUMBRE
Hay personas a las que siempre les pasa algo.
Y lo que les pasa, curiosamente, siempre afecta a los demás.
Se olvidaron.
No llegaron.
No pudieron.
Se complicó todo a último momento.
Y claro, no es que mientan. A veces sí les pasó algo.
Pero eso no las hace menos responsables de lo que generan.
Porque que algo sea un imprevisto, no lo convierte automáticamente en justificación.
Una cosa es que algo irrumpa de verdad y te corra el eje.
Otra, es vivir siempre con el eje corrido.
Y que eso tenga consecuencias que terminan pagando los otros.
Hay personas que viven como si no tuvieran consecuencias.
Como si el resto tuviera que entender, sostener, perdonar o adaptarse cada vez.
Y no se trata de ser inflexible.
Se trata de reconocer que hay quien hace del imprevisto su forma de estar en el mundo.
Y entonces, el problema no es lo que pasa…
El problema es que nunca se hacen cargo de lo que hacen con lo que les pasa.
No es grave llegar tarde una vez.
Es grave vivir creyendo que lo tuyo siempre vale más que el tiempo del otro.
No es grave olvidar algo.
Es grave que siempre haya alguien que tenga que recordártelo.
El imprevisto puede ser real.
Pero hay quienes no viven en la realidad, sino en la comodidad de no asumir su parte.
Y lo cierto es que, en algún punto, eso también es una elección.
Lic. Constanza Depetris
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