¿De verdad estamos todas deprimidas?


“Estoy re deprimida”,
“Ayer me agarró una depresión”,
“Tengo depresión, pero igual voy a trabajar”.

La palabra “depresión” pasó a formar parte del lenguaje diario. Pero cuando algo se dice todo el tiempo, corre el riesgo de vaciarse de sentido.
No todas las formas de malestar son depresión.
No todo desgano es una enfermedad.
Pero tampoco todo se resuelve con una frase motivacional.

¿Por qué decimos que estamos deprimidas?

Porque estamos agotadas. Porque no damos más.
Porque muchas veces vivimos a un ritmo que no nos da tiempo para pensar ni sentir.
Y cuando algo se rompe por dentro —cuando no encontramos sentido, cuando nos hartamos, cuando no podemos más—, aparece ese diagnóstico rápido: “depresión”.

Pero ese malestar tiene historia. No nace de un día para el otro. No es solo químico ni solo emocional.
Tiene que ver con la presión de tener que poder todo el tiempo.
Tiene que ver con no poder fallar.
Con tener que estar disponibles, activas, lindas, fuertes, funcionales.
El problema no es solo individual

Esta forma de malestar es colectiva. No es casual que tantas personas se sientan igual.
La época tiene algo que ver.
Un modelo de vida donde no hay espacio para detenerse, para nombrar lo que duele, para habitar el vacío sin que eso sea visto como un problema.

Se medicaliza el silencio, se tapa con fármacos el desgano, se corre con estímulos la angustia.
Pero muchas veces la depresión no es una falla interna, sino una señal de que algo no cierra afuera.


¿Y entonces qué hacemos?

Lo primero es dejar de simplificar lo que nos pasa.
Nombrar el dolor no nos vuelve débiles. Nos vuelve reales.
No todas están deprimidas, pero muchas están hartas, confundidas, frustradas, solas, sin deseos, sin rumbo.
Y eso también merece ser escuchado.

El psicoanálisis no te va a prometer felicidad inmediata. Pero sí puede ayudarte a reconstruir un sentido cuando todo parece haberlo perdido.
No se trata de “curarte”, sino de entender por qué te sentís así y qué podrías hacer con eso.


Y un cierre claro, sin dramatismo:

No estás loca.
No estás rota.
Tal vez simplemente no estás pudiendo sostener una vida que no tiene nada que ver con vos.

Y eso, lejos de ser un problema individual, es una oportunidad para empezar a vivir más en serio.
Lic. Constanza Depetris 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Disautonomia: un cuerpo que no se puede nombrar

Soledad: ese espacio donde algo insiste - Lic. Constanza Depetris

La herida invisible del lazo roto