El amor no es lo que nos dijeron
El amor no es simple.
No es solo afecto ni solo deseo.
No es certeza ni fusión perfecta.
El amor, en su forma más viva, es una tensión.
Una tensión entre el deseo de ser elegido
y el miedo a ser visto de verdad.
Una tensión entre lo que doy y lo que no sé si puedo sostener.
Entre lo que espero y lo que el otro puede dar.
Amar implica exponerse a lo que no se controla.
Implicarse con lo que no se entiende del otro.
Y muchas veces, con lo que tampoco se entiende de uno mismo.
El amor no siempre tranquiliza, a veces desordena.
No siempre cura, a veces confronta.
No siempre sostiene, a veces sacude.
Porque amar no es salvar al otro.
No es completarlo, ni ser completado.
Amar es alojar la falta.
Tolerar la incompletud.
Dejar de suponer que el otro existe para llenar mi vacío.
El amor es político.
Porque pone en juego lo más íntimo con lo más social.
Porque cuestiona mandatos, rompe lógicas de poder,
y a veces, también, reproduce estructuras que nos oprimen sin querer.
Amar es resistir la tentación del control.
Es dejar espacio para que el otro sea distinto.
Y aún así, elegir quedarse.
Por eso, el amor exige coraje.
No solo para vincularse, sino para revisar lo que en uno también se juega.
Las heridas que se activan.
Las escenas repetidas.
Las expectativas mudas.
El amor, cuando es amor, nos hace humanos.
No por lo que idealizamos,
sino por todo lo que estamos dispuestos a atravesar cuando dejamos de idealizar.
Lic. Constanza Depetris
Comentarios
Publicar un comentario