¿Por qué no podemos decir: “no tengo ganas”?
A veces estamos cansados. Tristes. Vacíos. Y en vez de decirlo, inventamos excusas. "Me surgió algo", "tengo que ayudar a alguien", "no me sentía bien". Pero lo que realmente pasa… es que no tenemos ganas. Y eso debería alcanzar. Nos enseñaron que el deseo necesita explicación. Que si no queremos estar, debemos justificarlo. Que descansar, decir que no, elegirnos… es egoísmo. Y entonces actuamos. Mostramos una versión editada de nosotros. Para agradar. Para no quedar mal. Para que no se note que también necesitamos frenar. Pero aparece la pregunta que incomoda: ¿Me quieren por lo que soy o por lo que muestro ser? Si decir no puedo hoy aleja a alguien, quizás ese alguien no está preparado para el amor real. Lic. Constanza Depetris